Muchos son los que optan por este tipo de motorización para su vehículo, pero hay que saber que los propulsores diésel necesitan determinados cuidados que debemos conocer y aplicar:
– Lo primero y más importante es seguir el plan de mantenimiento fijado por la marca. Para saber cuándo nos toca revisar nuestro vehículo y qué tipo de repuesto necesita, acudir siempre al libro de mantenimiento.
– No parar el motor de forma repentina si en los últimos 5 minutos has circulado por autopista o puerto de montaña. Conviene mantener el motor encendido durante al menos 1 minuto porque, de lo contrario, el aceite caliente acumulado en la turbina puede carbonizarse, y eso terminará por romper el turbo. Esta reparación podría costarte entorno a los 800€.
– Cuando arrancamos la marcha, debemos esperar 10 segundos a ralentí para asegurarnos que la bomba de aceite haya tenido tiempo de lubricar bien el motor. Y hasta que la temperatura del motor no alcance los 90 grados, deberíamos evitar superar las 3.000 rpm.
– Debes vigilar el nivel de aceite del motor. Llevar un nivel de aceite muy bajo provocará serias averías en el turbo o en el propio motor. Por su parte, llevar demasiado aceite también puede dañar el turbo o reventar manguitos por un exceso de presión.
– Sustituye el filtro del gasoil cada 60.000 km como mucho, para evitar que las impurezas del filtro lleguen al sistema de inyección, cuya avería asciende a los 500€ de reparación en caso de tener que sustituir un solo inyector y a 3.000€ en caso de tener que cambiar el sistema de inyección entero.
– La conducción eficiente es muy útil para ahorrar combustible, pero los vehículos diésel tienden a generar mucha carbonilla cuando circulamos con el motor por debajo de las 2.000 rpm. Así que si practicáis la conducción eficiente, nunca está de más subir un poco de vueltas el motor para quemar esa carbonilla.