
Eye tracking es el concepto que usan los americanos para definir esta estrategia de diseño.
Ford está empleando el seguimiento ocular para mejorar los interiores de sus modelos, y lo hacen de una forma muy elaborada.
Tras monitorizar el movimiento ocular de miles de clientes potenciales, los diseñadores de Ford analizan la percepción emocional y lógica de los conductores frente a los mandos, para deducir cómo descubren los posibles compradores los interiores de los vehículos. La idea es que el diseño de automóviles se adecúe a las necesidades del comprador.
Porque todos sabemos que el diseño exterior de un coche es vital en la decisión de compra, pero Ford nos explica que en el 17% de los casos el diseño interior hace que evitemos comprar un coche en concreto. Por ello, están desarrollando estas técnicas para elaborar interiores atractivos a la par que funcionales.
También se mide la cantidad de tiempo que se quedan los ojos en cada detalle del interior, por lo que resulta extremadamente sencillo establecer los porcentajes de personas que se quedan observando un determinado elemento, y qué es aquello a lo que la gente apenas presta atención. Y obviamente, del ranking que se pueda extraer saldrá un diseño que guste a más personas.
Finalmente, es posible identificar, mediante cálculos biométricos, cuál es el grado de respuesta de la persona ante el estímulo que percibe mientras observa a su alrededor. Es decir, se pueden identificar aquellas zonas que más gustan o más disgustan al comprador, o aquellas a las que el comprador apenas reacciona de forma emocional porque le dejan frío.