Todos los conductores, de forma consciente o inconsciente, tienden a realizar ciertas acciones o a desarrollar hábitos que pueden no resultar del todo beneficiosos para el vehículo. El RACC nos descubre cuáles son estas manías y por qué son perjudiciales:
– Conducir apoyado en la palanca de cambio. Un hábito que la mayoría de conductores tiene y que puede acabar desajustando los mecanismos internos de la palanca debido a la presión constante de la mano sobre ella. Si no se le pone remedio a esta manía, a la larga la palanca empieza a vibrar y cuesta más cambiar de marchas con ella.
– Apoyar el pie en el pedal del embrague. Otro clásico entre las costumbres de los conductores y que provoca un lento pero evidente desgaste del embrague.
– Apurar el depósito. Unos lo toman como una costumbre y otros como una competición o reto. ‘A ver cuántos kilómetros hago en reserva’, es otro incondicional de nuestras carreteras. Si conduces un coche con inyección electrónica debes saber que la bomba de combustible está sumergida en el tanque y que, para su correcto funcionamiento, necesita un mínimo de combustible (nunca menos de 5 litros).
– Acelerar mucho mientras el motor aún está frío. Hay que dejar que se caliente para que su desgaste no sea tan agresivo y para que el aceite adquiera la temperatura adecuada para proteger bien el motor. Aunque vayas con prisas, no cuesta nada esperar unos minutos.
– Olvidar los neumáticos. Muchos conductores tienen la manía de olvidarse de los neumáticos de su vehículo, pero lo cierto es que deberíamos adquirir el hábito de revisar su presión y estado una vez al mes para evitar reventones, pinchazos o accidentes.