El 80% de los accidentes de tráfico con víctimas de por medio ocurren en vías convencionales y, por ello, la Dirección General de Tráfico ha decidido intensificar el control de la velocidad de los vehículos que circulan por este tipo de carreteras.
Esta política de vigilancia especial de la velocidad supone trasladar la mayoría de los radares (más o menos, 850 entre fijos y móviles) de las vías de alta capacidad a la red secundaria con criterios de accidentalidad. Además, Tráfico ha anunciado que señalará todos los controles, sean fijos o móviles y que publicará, de forma periódica, la ubicación de éstos.
Aún así, la señalización de estos controles no resulta todo lo evidente que pudiera parecer.
Un cartel, no muy grande ni vistoso, anuncia la presencia del control de velocidad tan solo unos metros antes. Eso sí, siempre se encontrará ubicado en una zona donde no ponga en peligro la seguridad de los conductores.
Estos puntos de control irán rotando de forma que los conductores no se conozcan las zonas vigiladas ni puedan alertar a otros usuarios de la vía de su presencia. Se trata de realizar “puntos de vigilancia cortos y educativos”, según afirma María Seguí, Directora de la DGT.
En estos tramos de vigilancia no se alertarà sobre la ubicación exacta del radar, y su longitud puede ser muy variada, desde 1 kilómetro hasta 80 kilómetros.
Por último, esa medida se acompañará con una monitorización constante de la siniestralidad en estas vías, de forma que si se produce un incremento de accidentes en un tramo no incluido dentro los vigilados, éste pasará a recibir una vigilancia especial.